lunes, 27 de septiembre de 2010

Transilvania


En el verano de 2009 tuvimos la feliz idea de conocer en tren toda la zona de los Balcanes, desde Dubrovnik hasta Estambul, pasando por Hungría. Al pasar por Rumanía paramos en Transilvania, tierra de leyendas. que no nos defraudó para nada. La primera parada la hicimos en Sighisoara, un pequeño pueblo donde nació Vlad Tepes, cuya figura dio lugar a la leyenda del Conde Drácula (no debía ser muy amistoso si era llamado Vlad, el Empalador). Era un pueblo medieval, bastante pequeñito, y nos alojamos en un agradable camping (Aquaris Camping). Pudimos cenar en la misma casa donde nacio el amigo Vlad, y también subimos a la Torre del Reloj, que sobresalía desde lo alto del pueblo. Después fuimos a la ciudad más importante de la zona, Brasov, que no por ser más grande dejaba de ser encantadora. Nuestro albergue (Hostel Mara) estaba situado en la plaza central de Brasov, junto a la oficina de turismo, la Catedral Negra y una zona con apetecibles terrazas donde saborear la rica cerveza rumana. Aprovechamos el día siguiente para alquilar un coche y visitar tres castillos por la zona: Bran, Rasnov y Sinaia. Mi idea era haber ido en bus, pero al final salió bastante bien la jugada, ya que pudimos ver bastantes más cosas que de la otra manera. El castillo de Bran es el más turístico, el que se dice que era el castillo de Drácula y, a pesar de que era bastante bonito y estaba bien cuidado, estaba demasiado masificado y por ello no me hizo tanta gracia como los demás. Después fuimos a la Ciudadela de Rasnov, un complejo medieval situado en lo alto de de un monte señalado por un cartel como si fuera Hollywood (vaya gusto tienen estos rumanos!). Desde arriba había unas vistas increíbles de los Cárpatos y de las llanuras transilvanas, y el sitio en sí estaba curioso. Por último, y apurando un poco el tiempo, conducimos hasta Sinaia, donde se encontraba el Castillo de Peles, un precioso edificio rodeado de praderas y bosques en los que pululaban osos en libertad. En definitiva, Rumanía y en especial Transilvania, son un destino muy recomendable en el que se puede disfrutar de un turismo no muy masificado, sin agobios y al que quisiera volver algún día. Eso si... Bucarest debe de ser otro cantar!

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