Ésta es mi primera recomendación viajera, un pequeño paraíso entre los Alpes Julianos eslovenos, que no pude disfrutar del todo por la jodida gran resaca que tuve. No se puede estar un día entero a base de 4 lonchas de embutido, aceitunas, cacahuetes y multitud de pintas. En definitiva, Bled es un pequeño pueblo a un par de horas en tren de Ljubjana, casi llegando a Austria. Además de las preciosas casas típicas alpinas, hay un maravilloso lago en cuyo centro encontramos una isla con una bonita iglesia, a la que se puede ir remando o, para los más comodones, que te lleven por un módico precio. En verano se puede disfrutar de un bonito paseo alrededor del lago, toboganes por las grandes laderas de las montañas de alrededor, alguna que otra playa... y en invierno se puede realizar esquí, en sus múltiples variedades. Además, en lo alto de un acantilado sobre el lago se asoma el castillo de Bled, que hoy en día acoge un hotel-restaurante (creo). A lo lejos, y dominando el verde paisaje se encuentra el Triglav, el monte más alto de Eslovenia, que algún día espero poder subir para beber una buena bota de vino en la cumbre. En definitiva, pese a la resaca y al sol que abrasó mi cuerpo considero a Bled un paraíso sin descubrir (y espero que así siga), al que espero volver para disfrutarlo en mejores condiciones. Y es que es todo un lujo disfrutar de un sabroso kebab escuchando Barricada, Su ta Gar, Evaristo y compañía en mitad de la noche eslovena!! Como siempre, los más turbios de la ciudad causaron estragos....
martes, 21 de septiembre de 2010
Bled
Ésta es mi primera recomendación viajera, un pequeño paraíso entre los Alpes Julianos eslovenos, que no pude disfrutar del todo por la jodida gran resaca que tuve. No se puede estar un día entero a base de 4 lonchas de embutido, aceitunas, cacahuetes y multitud de pintas. En definitiva, Bled es un pequeño pueblo a un par de horas en tren de Ljubjana, casi llegando a Austria. Además de las preciosas casas típicas alpinas, hay un maravilloso lago en cuyo centro encontramos una isla con una bonita iglesia, a la que se puede ir remando o, para los más comodones, que te lleven por un módico precio. En verano se puede disfrutar de un bonito paseo alrededor del lago, toboganes por las grandes laderas de las montañas de alrededor, alguna que otra playa... y en invierno se puede realizar esquí, en sus múltiples variedades. Además, en lo alto de un acantilado sobre el lago se asoma el castillo de Bled, que hoy en día acoge un hotel-restaurante (creo). A lo lejos, y dominando el verde paisaje se encuentra el Triglav, el monte más alto de Eslovenia, que algún día espero poder subir para beber una buena bota de vino en la cumbre. En definitiva, pese a la resaca y al sol que abrasó mi cuerpo considero a Bled un paraíso sin descubrir (y espero que así siga), al que espero volver para disfrutarlo en mejores condiciones. Y es que es todo un lujo disfrutar de un sabroso kebab escuchando Barricada, Su ta Gar, Evaristo y compañía en mitad de la noche eslovena!! Como siempre, los más turbios de la ciudad causaron estragos....
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