
Por fin! Después de tantísimo tiempo queriendo subir a esta mítica cima, ayer sábado lo logramos. Quedamos a las ocho y cuarto de la mañana Óscar, Héctor y yo para salir camino del Santuario de Urkiola. El camino la verdad que ya merece la pena, bordeando la gran lengua del embalse de Urrunaga que casi llega a Otxandio y llegando poco después a lo alto del puerto de Urkiola, donde se encuentra el santuario. Allí en el parking nos encontramos a un elemento que de listillo pasó a prepotente y de prepotente pasó a maleducado, pero tras quitárnoslo de encima fuimos en busca de la cima de Urkiolamendi, desde donde ya había unas preciosas vistas del cresterío de Urkiola, el macizo del Gorbea, los bosques de Aramaio, Mugarre... Tras un pequeño descenso encontramos una cómoda pista que nos llevaría al inicio de la ascensión final al Anboto, corta pero exigente, entrando primero en un bonito hayedo y después ya sobre la roca caliza. Ha sido yo creo la única subida en la que he echado algo en falta unos bastones en los que apoyarme, ya que muchas veces tuve que utilizar las manos como apoyo. En poco más de 20 minutos de exigente subida llegamos ya a la antecumbre, desde donde ya las vistas eran impresionantes, viéndose caseríos y , pueblos como Arrázola mil metros más abajo. Ya no solo nos quedaba la última pala, el último esfuerzo que no era complicado, aunque sí que había que usar las manos y trepar un poco, y además impresionaba algo por los cortados que había alrededor. Ya en la cumbre descansamos un poco e hicimos las fotos de rigor, mientras que las nubes se fueron echando encima nuestro. Decidimos bajar por el mismo camino, dejando la cresta para otra ocasión, y en la bajada eché aún más en falta los bastones, ya que los muslos se me cargaron como en pocas ocasiones. Casi casi se puede decir que me costó más bajar que subir, pero en poco rato volvimos a las faldas del Anboto. A la vuelta decidimos desviarnos por un camino menos concurrido que nos llevó directamente a la fuente de Pol-Pol, fuente ferruginosa cuyo nombre surge del sonido del agua al caer. Ya sólo nos quedaba volver a subir el repecho de Urkiolamendi, que a esas alturas del día costó más de lo que debería, y la suave bajada por los pastos hasta el santuario de Urkiola. La verdad que para pasar una buena mañana es una muy bonita excursión, así que habrá que repetir para subir por nuevas rutas, crestear un poco, llegar a la cueva de Mari... Por último, dejare esta canción sobre Mari, la diosa que habita en las cuevas de Anboto.
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