El pasado Junio tuve la oportunidad de hacer una pequeña escapada a la Toscana para conocer Pisa y Florencia, gracias a los vuelos low-cost de cierta compañía que, entre otras cosas, pretende hacernos volar prácticamente de pie. La primera parada fue Pisa, y la verdad que quitando la famosa torre inclinada, poco más tiene para ver. Además, los treinta y pico grados, el hecho de haber dormido en la calle y el cansancio acumulado hacían que no tuvieramos muchas ganas. Cogimos un tren que nos llevó en poco más de una hora hasta Florencia, preciosa ciudad, eso si, atestada de turistas (que también nosotros lo éramos, todo hay que decirlo). La verdad que la ciudad tiene un encanto especial: el poder pasear por calles cargadas de historia, admirar el tremendo poder que tenían en el Renacimiento familias como los Medici, saborear un rico helado italiano viendo como se pone el sol frente al Ponte Vecchio... no tiene precio. Y qué decir del gran David de Miguel Angel; no soy muy aficionado el arte pero ante semejante escultura no puedes hacer nada más que abrir la boca y quedarte mirando embobado durante un rato largo. Pudimos ver muchísimas más cosas, cierto, y la verdad es que me quedé con ganas de conocer más aquello (que raro...). Volveré y conoceré más a fondo esta zona, no solo Florencia, porque hay lugares como Lucca, Siena y su palio, San Gimignano (el Manhattan del Renacimiento), los paisajes de Chianti... Queda mucho por ver, y para hacer algo alternativo, por qué no darse un chapuzón en las termas de Saturnia! Lo dicho, volveré más tiempo y con más ganas.
domingo, 3 de octubre de 2010
La Toscana italiana
El pasado Junio tuve la oportunidad de hacer una pequeña escapada a la Toscana para conocer Pisa y Florencia, gracias a los vuelos low-cost de cierta compañía que, entre otras cosas, pretende hacernos volar prácticamente de pie. La primera parada fue Pisa, y la verdad que quitando la famosa torre inclinada, poco más tiene para ver. Además, los treinta y pico grados, el hecho de haber dormido en la calle y el cansancio acumulado hacían que no tuvieramos muchas ganas. Cogimos un tren que nos llevó en poco más de una hora hasta Florencia, preciosa ciudad, eso si, atestada de turistas (que también nosotros lo éramos, todo hay que decirlo). La verdad que la ciudad tiene un encanto especial: el poder pasear por calles cargadas de historia, admirar el tremendo poder que tenían en el Renacimiento familias como los Medici, saborear un rico helado italiano viendo como se pone el sol frente al Ponte Vecchio... no tiene precio. Y qué decir del gran David de Miguel Angel; no soy muy aficionado el arte pero ante semejante escultura no puedes hacer nada más que abrir la boca y quedarte mirando embobado durante un rato largo. Pudimos ver muchísimas más cosas, cierto, y la verdad es que me quedé con ganas de conocer más aquello (que raro...). Volveré y conoceré más a fondo esta zona, no solo Florencia, porque hay lugares como Lucca, Siena y su palio, San Gimignano (el Manhattan del Renacimiento), los paisajes de Chianti... Queda mucho por ver, y para hacer algo alternativo, por qué no darse un chapuzón en las termas de Saturnia! Lo dicho, volveré más tiempo y con más ganas.
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puuuuuuuuuuto pájarooooooooooo
ResponderEliminarHay demasiado pájaro suelto por la vida...
ResponderEliminarjajajajajajaja..............jajajajajaa...jajajaajja....flipaaaaaaaooooo
ResponderEliminares todo pose
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